Intersecciones

A la oxitocina también se le llama la hormona del amor porque está asociada a la formación de vínculos emocionales y al placer sexual.

Texto: Andrea Chapela
Portada: Composición Vaso Cósmico, chuttersnap / unsplash, Calvero

Es un péptido relativamente pequeño, pero muy importante para nosotros. A la oxitocina también se le llama la hormona del amor porque está asociada a la formación de vínculos emocionales y al placer sexual. En 2019, mientras trabajaba en una novela, entre las notas de escenas y personajes que me pegué en mi pared, había también una molécula de oxitocina. Una copia, dibujada a mano, de la ilustración abajo – la colgué en mi pared porque estaba escribiendo una novela sobre el amor y desde hace algunos años me ha obsesionado buscar lo científico en lo artístico y lo artístico en lo científico. Me interesa mirar con detenimiento las intersecciones de estas disciplinas y, más importante, rastrear qué se produce en los cruces. Estas intersecciones formarán la base de los artículos que escribiré para la sección de cultura.

La oxitocina está conformada por 43 carbonos, 66 hidrógenos, doce nitrógenos, doce oxígenos y dos azufres. Todos estos elementos se acomodan en nueve aminoácidos concatenados para formar un péptido. Foto: Estructura química de la oxitocina. Fuente: Calvero

Dos culturas separadas por su extensión

C.P. Snow (físico y novelista inglés) dijo en su ensayo The Two Cultures que la sociedad occidental se ha separado en dos culturas: la ciencia y el arte. Al aceptar este paradigma, se lamenta Snow, hemos olvidado que, antes de que cada disciplina se especializara, la ciencia y el arte tenían muchos puntos de conexión, que durante muchos periodos de la historia fue normal tener conocimientos extensos de ambas.

A una persona que posee conocimientos de diversas disciplinas se le llama polímata. También puede llamarse erudito, homo universalis o un hombre renacentista porque es precisamente en este periodo de la historia que se desarrolló por primera vez aquel concepto. Leon Battista Alberti (arquitecto, matemático y poeta italiano del siglo XV) afirmó:

el artista en este contexto social no debe ser un simple artesano, sino un intelectual preparado en todas las disciplinas y en todos los terrenos”.

Conocimiento Universal

En el Renacimiento también vivió el polímata por antonomasia: Leonardo DaVinci. Famoso no sólo por sus avances en la pintura, sino también en la técnica. Sin embargo, DaVinci no fue ni el primero ni el único erudito de su época. Desde antigüedad pensadores como Pitágoras, Demócrito, Hipatia, Aristóteles o Hildegarda de Bingen reflexionaron y se interesaron por diferentes aspectos científicos y artísticos. Incluso en la universidad medieval el objetivo no era la especialización, sino la enseñanza de un conocimiento universal. Durante el Renacimiento, la investigación y búsqueda del conocimiento salió de los monasterios y aparecieron pensadores interesados tanto en la ciencia como en el arte. Los científicos (nombres como Fermat, Leibniz, Newton, Descartes, Copérnico, Galileo y más) eran a la vez filósofos, escritores, naturalistas y más.

Maria Mitchell

Dos caminos… y sus intersecciones

Es difícil señalar un punto específico de ruptura entre ciencia y arte. Su separación fue paulatina. Sin embargo, a mediados del siglo XIX el divorcio era inminente. En ese momento, la herencia de la Ilustración había dado paso al positivismo, que afirmaba que el único conocimiento auténtico era aquel que provenía del método científico. En las universidades, comenzaron a separarse las facultades en Ciencias y Humanidades, debido a la especialización de cada uno de los campos. Mientras tanto, en el arte, el romanticismo tardío se alejaba de la razón y daba prioridad a los sentimientos. Ambos movimientos sucedieron a la par de la Revolución Industrial, que aceleró el avance científico y de la técnica. No sé cuál fue el golpe definitivo, probablemente una mezcla de muchos factores, pero el resultado fue que, para finales del siglo XX, cuando Snow escribió su ensayo, la división se sentía tan grande que daba la impresión de que estas actividades no sólo eran incompatibles, sino contrarias.

A pesar de este divorcio, creo que no es una locura rastrear en la historia los cruces entre arte y ciencia. Ni siquiera es descabellado intentar hacerlo en el presente. La revista Nature dedicó el número del 17 marzo del 2005 a mirar la ciencia desde el arte y viceversa. Invitó a varios artistas, escritores, compositores, pintores a hablar sobre el efecto de la ciencia en su obra y también invitó a algunos científicos a hablar de la ciencia de la estética. En otras palabras, la investigación sobre la percepción de lo estético o los procesos mentales a través de los cuales procesamos y creamos música. En estas colaboraciones puede verse lo fértil que es el terreno que se encuentra entre ambas.

En el 2016 en otro artículo de Nature, Johana Kieniewicz (científica planetaria inglesa) contó que después de doctorarse y obtener una posición en una universidad comenzó a sentir que, como más trabajaba en su investigación, más estrecha se volvía su visión y menos capaz era de imaginar nuevas soluciones. Sentía que estaba sofocando su creatividad. Así que tomó un sabático y entró a estudiar artes.

“Al final, tanto artistas como científicos estudian las grandes preguntas de la existencia” …

… y permitiendo una comunicación entre ellas se puede crear un diálogo que las beneficie a ambas. Kieniewicz actualmente trabaja en el Institute of Physics en Londres coordinando eventos con museos y teatros para acercar a la gente a la ciencia.

Residencias de artistas: Intercambio entre dos disciplinas

Pero el arte no sólo puede utilizarse para divulgar. Por ejemplo, en Suiza el CERN (el Consejo Europeo para la Investigación Nuclear) ofrece dos residencias de artistas al año. Durante varios meses el artista invitado se pasea por el supercolisionador conociendo las instalaciones, hablando con los científicos y aprendiendo sobre la ciencia que se lleva acabo allí. La idea es que de esta experiencia salga un nuevo proyecto – pero no sólo los artistas se inspiran: los científicos del CERN han dicho que es muy interesante tener contacto con los artistas que tienen otra perspectiva y, muchas veces, son capaces de preguntarte muchos “qué pasaría si…”. Además, los artistas pueden encontrar maneras nuevas de comunicar o representar los descubrimientos científicos.

La residencia del CERN no es la única en su tipo. El Broad Institute del MIT, que se enfoca en la investigación genómica, la estación de campo Sagehen Creek de la Universidad de Berkley, el Schmidt Ocean Institute, el SETI Institute, el Institute for Research in Biomedicine de Barcelona o la organización The Arctic Circle también ofrecen programas de residencias para artistas en las que desarrollan un proyecto e interaccionan con científicos.

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Asimismo, en varios artículos sobre educación ha comenzado a debatirse si a los curriculums que siguen un enfoque STEM (science, technology, engineering, mathematics) deberían integrársele la letra A, pare representar el arte. Actualmente en las escuelas se subrayan más las diferencias entre estas disciplinas que la creatividad, curiosidad e inventiva que las unen. Dar prioridad a las artes dentro del curriculum educativo en relación a las ciencias puede ayudar a los estudiantes a enfrentarse a los problemas actuales al impulsar un pensamiento integral, crítico y creativo.

Quiero regresar a la molécula de oxitocina con la que comencé. La pared a la que la pegué pertenece a la Residencia de Estudiantes de Madrid, otra institución que desde sus inicios ha tenido un carácter interdisciplinario. Viví allí dos años con una beca de creación artística. Yo no era la única becada y el resto eran tanto estudiantes de doctorado en ciencias y humanidades como artistas. Allí, durante las cenas y comidas discutíamos sobre historia del arte y matemáticas, sobre la rigidez del método científico y la aparente subjetividad de las humanidades. En la Residencia se buscan personas que, aunque especializadas, estén interesadas por muchas facetas del conocimiento y no piensen que las disciplinas están separadas de forma tan severa. 

Por eso no debe extrañar a nadie que en ese lugar comenzara a preguntarme sobre estas intersecciones. La influencia de la investigación de Newton sobre Goethe o de La Divina Comedia de Dante sobre Galileo son sólo algunos ejemplos. Quiero rastréarlos, reunirlos para iluminar los puentes entre estas dos culturas. Siguen allí, esperando a que los transitemos. Maria Mitchell, astrónoma estadounidense del siglo XIX que fue la primera mujer en ser aceptada en la Academia de Ciencias, lo tenía claro:

En la ciencia es fundamental la imaginación. No todo es matemáticas o lógica, también hay algo de belleza y poesía”.

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